El cloro, que se utiliza en las piscinas para desinfectar, puede ser perjudicial para el cabello: las cutículas se abren y las extensiones empiezan a enredarse. El cabello se vuelve quebradizo y frágil.
A su vez, la sal marina daña el cabello, lo reseca y, al igual que el cloro, abre las cutículas. Las extensiones de cabello son más susceptibles a daños mecánicos, roturas y puntas abiertas.
El agua de mar contiene una gran cantidad de sal que afecta negativamente la estructura capilar. Esta sal se deposita en el cabello, lo hidrata y provoca sequedad. La sequedad es la peor pesadilla para las extensiones de cabello durante las fiestas.